Por años hemos creído que nuestra felicidad viene de afuera, que sólo seremos felices si los otros nos dan lo que necesitamos, si cumplen con nuestras expectativas, hemos condicionado nuestras relaciones basadas en lo que el otro tiene que hacer para hacernos sentir completos. Lamentablemente esta forma de relacionarnos trae consigo una lista de decepciones y frustraciones haciéndonos sentir victimas de las circunstancias y de las personas.
Confundimos amor con apego. El apego emocional o físico, son trampas que nos atrapa por años, creyendo erróneamente que el sufrimiento ó la tristeza son normales en el diario vivir, éstas son las emociones que en última se memorizan en nuestra vida y en nuestro cuerpo creando un estado de Ser de constante estrés, tensión y por ultimo enfermedad.
¿Cómo se que estoy apegado (a) a alguien?
- Sientes ansiedad, esperando que esa persona te busque, te llame, o te diga alguna palabra de aprobación.
- Sientes un vacío cuando dejas de verle, de pasar tiempo con esa persona. Pareciera como si no sabes quien eres si no estas a su lado.
- Tu mente te crea situaciones o posibles momentos devastadores que pasarán. Te creas un futuro irreal creado por tu imaginación, por tus miedos, lo que hace que aumente tu dolor o tristeza.
Se cuenta que un niño paseaba junto a su sabio abuelo por la playa. En un momento dado, el chaval le preguntó: “¿Qué puedo hacer para conservar a un amigo muy especial que acabo de hacer?” El anciano se agachó y recogió arena con sus dos manos. Seguidamente puso las dos palmas llenas de arena hacia arriba. Cerró una mano y apretó con fuerza, provocando que la arena se colara entre sus dedos y cayera al suelo. Cuanto más apretaba, más arena se escapaba. Al final la mano se quedó nuevamente vacía, sin arena. Mientras, la otra mano permaneció abierta y en ella la arena permaneció intacta. Entonces miró a su nieto y le dijo: “Cuanto más trates de controlar y poseer a tu amigo, más posible será que pierdas su amistad. En cambio, cuanto más respetes la libertad de tu amigo, más posible será que conserves su amistad”.
Anónimo
Mira hacía adentro, encuentra tu centro, ámate a ti mismo
Creo que el mejor modo de superar la dependencia hacía alguien es primero reconocer la situación, admitir que se creó un apego insano hacia el otro, desde allí ya tenemos un punto de partida para curarnos. Liberarnos de esta ilusión del apego, es entender que la libertad y el amor van de la mano hacía una sana relación con el otro, comprender que se es libre cuando aprendemos a vivir con nosotros mismos.
Sanemos desde adentro, hay actividades que nutren el espíritu. Buscar esas cosas que nos enfocan hacía otros objetivos; leer, aprender, escribir, salir a caminar, conectar con la madre tierra, ayudar, vivir nuevas experiencias, conocer lugares nuevos, personas nuevas, multiversos que seguramente sumaran sustancialmente a nuestra vida.
Pero en definitiva, la tarea más fundamental es; cultivar el amor propio. Que la mayor compañía seas tu, amarte tanto que dejas de buscar tu otra mitad para sentirte completo, más bien, gozar de un profundo amor propio y felicidad interior, conectando con tu esencia, así naturalmente compartirás esa plenitud con otros seres.