Mamá de una adolescente

Crianza

Si, entramos a un nuevo nivel de la crianza, ahora mi hija a sus 12 años empieza a manifestar varias transformaciones, me tomó por sorpresa y no estaba preparada para afrontarlo. Para aquellos padres o cuidadores que ya pasaron o están por esta etapa, saben que es otra aventura más.

Tengo que confesar que como mamá tuve que hacer un duelo para esa transición, me costó mucho reconocer que la niña pequeña se estaba desprendiendo, y con ella los juguetes, los mimos, las dependencias y hasta el control! Si, porque creemos que tenemos que controlarlo todo y sentí perderlo. Incluso manifesté un desequilibrio en mi cuerpo porque no entendía que estaba sucediendo entre nosotras, aceptar que “mi niña” ya no me quería tan cerca, que ya no me necesitaba como antes fue durísimo, creí perder una parte muy significativa de mi vida. Con la ayuda de profesionales, amigos cercanos, textos e historias inspiradoras, pero más aún con mucha humildad y aceptación comprendí que había creado una dependencia hacía ella, pues todo lo que hacía en el día básicamente era para suplir todas sus necesidades, la puse en mi proyecto más importante por encima de los míos, sin advertir que pronto ella se haría aún más independiente. Con este entendimiento, paulatinamente se fue disolviendo mi malestar físico. (Éste es un tema que vale la pena abordar más)

Y es que todo ocurrió muy rápido, en tan sólo unos meses me vi obligada a tomar distancia y renunciar a muchas de nuestras costumbres. Empezó desprendiéndose de sus juguetes, de aquellos que más amaba y usaba, reconozco que me dolió más a mi que a ella. 

Luego a dejar de usar su ropa habitual, modificando sus gustos, los colores y estilos. Así mismo con la decoración de su habitación, y ni hablar de sus evidentes cambios físicos.

Progresivamente su conducta también fue mutando a una chica con una mezcla de emociones, en un momento se siente alegre, en otro eufórica, en otro irritante, en otro triste, en otro enojada, en otro sensible, en fin, una montaña rusa de sensaciones. Ahí es donde creo que acompañar a gestionar estas emociones favorece su salud mental, física y emocional.

“Aunque se estén sintiendo de cierto modo siguen necesitando de nuestra presencia, necesitan ser escuchados, aprobados y sobre todo sentirse amados”

Aleja Bustamante Toro

Si hubiese tomado el camino convencional de gestionar esta transformación, dejándome dominar por mis impulsos, (que de todos modos nos pasa) seguramente nuestra relación estuviera sufriendo graves problemas, no digo que no tengamos momentos de mucha confrontación, los tenemos y ¡muchos! con seguridad aún faltan mas retos por llegar, pero, siendo la crianza positiva y consciente una aventura que me encanta y el rol como mamá que me dispuse a asumir con entrega y amor, reconocí que yo también había vivido lo mismo a su edad, la diferencia estaba en la forma como fui acompañada en este proceso. La mayoría de cuidadores se niegan a comprender que estas conductas son naturales en una chica o en un chico de esta edad, no son ellos, son sus hormonas, múltiples procesos bioquímicos están funcionando en su cerebro, aquí creo fundamental permitirles naturalmente explorar todas esas sensaciones, es el mundo interno que como humanos tenemos que experimentar, importante para la conexión con nuestra naturaleza humana. Así mismo hay una nueva percepción de la vida, una exploración de una identidad que busca encajar en los diversos estímulos que proporciona la sociedad. Ya emergen nuevas prioridades. Y no significa que nos hayan dejado de amar, sencillamente su visión del mundo se centra en las relaciones por elección, en compartir con sus pares y reconocerse como ser independiente y libre.

La reacción más fácil y común frente a estas actitudes suele ser la que genera conflicto, nos negamos a comprender, entonces les reprochamos, les criticamos, les juzgamos y les aniquilamos su autoestima. ¡Gran error!

Esto no quiere decir que no tengamos que establecer normas, reglas y límites sino más bien procurar un sano equilibrio entre el afecto, el amor y la autoridad, si bien sus respuestas a nuestra firmeza suelen ser con desgano y apatía, hemos de mantenernos firmes frente a los compromisos y responsabilidades que ellos como hijos han de cumplir y respetar. 

Ahora, es prioridad seguir trabajando en nosotros como padres, como educadores o cuidadores, pues casi siempre respondemos guiados por nuestros propios miedos y traumas no sanados, entonces olvidamos que ellos aunque se estén sintiendo de cierto modo siguen necesitando de nuestra presencia, necesitan ser escuchados, aprobados y sobre todo amados, necesitan saber todo el tiempo que cuentan con nosotros, que pese a que no coincidamos con muchos de sus nuevos gustos, les amamos igual y estaremos ahí para ellos, agradeciendo siempre su existencia. Por supuesto que han de crearse límites, el hecho de que estén en un camino de exploración no significa que les dejaremos hacer lo que les venga en gana literalmente, (por que es lo que ellos quieren hacer), quieren sentir que son los dueños de cualquier decisión, sin embargo, es de vital importancia nuestro acompañamiento, ser muy observadores y desde la firmeza, la determinación y el respeto dejarles claro todas las posibles situaciones a las que se tendrá que exponer, insisto que la educación comienza en casa, por lo tanto más que sermonear, es crear un vínculo de confianza; con ello no vas a evitar que caigan en desaciertos pero si tendrás la certeza que has sembrado semillas para su bienestar y elecciones propias.

” Eres la autoridad, no lo olvides, promueve el respeto, pero para eso primero el respeto ha de comenzar por ti, da lo que quieres recibir. Así de sencillo, no puedes exigir algo que no estas dispuesto a dar. “

Entonces, ¿Cómo creo ese vínculo con mi hija o hijo en esta nueva etapa?

mamá e hija
Acompaña a crecer

El camino apenas comienza, estamos aprendiendo a recibir esta nueva aventura. Según algunos estudios la etapa de “adolescencia”, suele durar unos 6 años, (aunque reconozcamos que muchos de nosotros como adultos tenemos asuntos de esta etapa que están pendientes por gestionar), el alivio es que ya pasará, mientras tanto, desde mi experiencia actual comparto algunas formas que estoy aplicando y que me están funcionando con mi hija Isabela de 12 años:

  • Siempre exprésale que le amas: Ellos ahora no son de muchos abrazos ni besos, ni de melosería como lo hacíamos antes, con ellos funciona de otro modo, pídeles si puedes abrazarle o si quieren ser abrazados. No le presiones ni le reproches por no querer, respétale su cuerpo y su espacio, así se harán respetar de los demás. Y si eres de pocas expresiones, busca la manera donde tu hijo o hija sienta que lo amas; a veces, con sentarte a su lado y compartir una película, un video o un gusto ya le estas diciendo: Te Amo.  Siempre, siempre han de sentirse amados. 
  • Cero críticas: Creo que el error más grande que podemos hacer con ellos, además con cualquier ser humano, es criticar. Esta insana costumbre habla más mal de ti que de la persona a quien acusas.

No critiques su cuerpo, ni su forma de vestir, ni sus estados emocionales, ¡para ya de criticar! 

Criticar te pondrá en su rival y no querrás eso.

  • Escucha: De verdad, escucha con atención, deja de hacer lo que haces y escúchale.  Permite que sepa que cuenta contigo, así no comulgues con su ideología, es buena señal que se cuestione y que esté creando un criterio propio sobre sí mismo, sobre los demás y sobre la vida. Pon tu punto de vista y lleguen a acuerdos en caso de que se plantee una discordia.
  • Reconoce sus triunfos: A todos nos gusta que nos reconozcan las cosas buenas que hacemos, que reconozcan nuestras habilidades, nuestras metas cumplidas, nuestras actividades realizadas. Con el reconocimiento y la felicitación querrá seguir haciéndolo. ¡Pruébalo!
  • Mantente firme en tus condiciones: Eres el adulto responsable, no lo olvides, promueve el respeto, pero para eso, primero el respeto ha de comenzar por ti, da lo que quieres recibir. Así de sencillo, no puedo exigir algo que no estoy dispuesto a dar. 

En casa hay normas, hay que dejar claro compromisos y responsabilidades para nutrir una sana convivencia, insiste con claridad los horarios establecidos para el uso del celular por ejemplo, la ejecución de tareas escolares o domésticas, has de saber que ellos no te van a responder de buena forma ante las normas, aún así recuerda que no puedes perder tu rol, el timón del barco lo llevas tu como cuidador, seas mamá sola, papá, ambos u otras figuras de crianza. 

  • Ten paciencia: Podría llegar a ser la virtud más compleja y de mayor esfuerzo, esto significa AUTOCONTROL. Antes de reaccionar a tus emociones de estrés; obsérvate, elige el amor y la cordura siempre, es muy difícil, lo sé, pero en mi caso cuando la tensión está siendo la protagonista, prefiero advertir que nos retiremos y que hablemos luego o simplemente optar por el silencio. Al final, no tendrá con quién enfrentarse y cederá ante la calma.

Por último, si sientes que estás en un punto dónde perdiste el total manejo de la crianza, busca apoyo, es necesario acudir a quienes tengan una guía que mostrarnos y nos den luces para soportar las adversidades presentes. Reconocer que solos no siempre podemos y que también necesitamos ayuda es un gesto de humildad, por ahí empieza la sanación. No te rindas ante el hecho de perder las riendas de la crianza.

Las chicas y los chicos siguen siendo humanos vulnerables, humanos que no saben cómo comportarse frente a la vida con madurez y responsabilidad, si ellos se perdieron es porque algo de ti perdiste en tu lucha constante e inútil de querer cambiar a un individuo que está encontrándose en la vida y necesita una guía que lo acompañe a hacerlo desde el amor, la sana libertad y el respeto por su singularidad.

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Ale

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